27 July, 2024
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Opinión: Viva quien pueda o quien tenga en el Oriente

Opinión: Viva quien pueda o quien tenga en el Oriente
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El Oriente de Antioquia está experimentando una expansión y crecimiento significativos. La cercanía con varias infraestructuras o desarrollos como el aeropuerto José María Córdova, la autopista Medellín-Bogotá, así como con una gran ciudad como Medellín, hace atractivo este territorio para la ocupación de poblaciones que deciden migrar y asentarse. Sin embargo, surge el cuestionamiento sobre una variable importante: los habitantes que ya habitan estos territorios y cómo se pueden proteger para evitar un desplazamiento considerable, lo cual plantea una gran pregunta…

Para nadie es un secreto que el Oriente es un territorio en expansión y, adicionalmente, el valle de San Nicolás es un lugar costoso para vivir. Por eso, quiero cuestionar el modelo de ocupación. Pero en primera medida, preguntémonos qué es: El Modelo de Ocupación del Territorio -MOT- en la planeación contemporánea busca definir la estrategia territorial que debe seguir un municipio en un período de tiempo determinado para garantizar la adecuada localización y distribución espacial de las actividades, preservando las condiciones ambientales que demanda una relación armónica entre la sociedad y la naturaleza (Acevedo, L, 2017).

En resumidas cuentas, un modelo de ocupación es una especie de mapa que sitúa espacialmente dónde se encuentran y se organizan las casas, las fábricas u otros espacios de producción. Además, este modelo ayuda a comprender cómo las personas viven, habitan y se desplazan en el territorio, lo que puede contribuir a la toma de decisiones para que los territorios funcionen para todos.

Pero aquí es donde empezamos a notar que el Oriente de Antioquia, al menos el valle de San Nicolás, no cumple con este factor. Hagamos un análisis breve: según un artículo de DiariOriente en el año 2022, en el top de los municipios más costosos para comprar vivienda en el Oriente, en orden de menor a mayor, encontramos a Marinilla, Guatapé, La Ceja, Rionegro y El Retiro. El costo promedio por metro cuadrado construido se sitúa en 4.519.592, lo que se traduce en que un apartamento de 60m^2 podría costar 271.175.520. Ahora la pregunta es, ¿qué persona puede pagar un apartamento con este valor?

Con este ejemplo, podemos analizar lo siguiente: pensemos entonces que el modelo de ocupación favorece la construcción de vivienda nueva sobre unas áreas específicas. Por ende, la concentración de la demanda en áreas específicas puede atraer la atención de inversores y especuladores inmobiliarios, que pueden comprar propiedades con la expectativa de que los precios sigan aumentando. Esto puede conducir a un aumento artificial de los precios de la vivienda, ya que los inversores están dispuestos a pagar más para obtener ganancias futuras. En ese sentido, vemos que los crecimientos especulativos de la tierra se justifican en un factor fundamental: «una situación en que los precios aumentan debido a expectativas de incremento futuras, las cuales no tienen explicación en los factores que determinan la oferta y la demanda» (Medina, E, 2018). 

Por tal motivo, se empieza una selección según el poder adquisitivo de las personas que habitan los territorios, con lo cual, el costo de la vivienda puede resultar en el desplazamiento de residentes de bajos ingresos de las áreas donde se concentra la demanda. A medida que los precios suben, las personas con ingresos más bajos pueden tener dificultades para pagar los arriendos o los costos de la vivienda, lo que los obliga a buscar opciones más asequibles en áreas periféricas o fuera de los municipios.

Con esto, abrimos una reflexión en la cual cuestionamos si los modelos de ocupación están ajustados a las realidades territoriales de sus habitantes. Ya que en los diferentes municipios del altiplano vemos que las mayores fuentes de empleo se sitúan en esferas primarias de la economía. Además, al estar ajustados en las realidades territoriales, deben responder a una comunidad que tiene necesidades únicas en términos de vivienda, transporte, servicios, espacios públicos y acceso a empleo y educación. 

Un modelo ajustado a la realidad territorial de los ciudadanos tiene en cuenta esas necesidades y planifica en consecuencia para garantizar que se satisfagan de manera efectiva. Debe responder a las necesidades de los ciudadanos que ya habitan los territorios, pero con una mirada en prospectiva y transversal. Ahora, preguntémonos ¿para quiénes estamos planeando nuestros territorios? y ¿quiénes los van a ocupar?

Por eso podemos ver los modelos de ocupación con ciertas variables tales como: fomentar la participación ciudadana para la construcción del modelo. De esta manera se verá una planeación participativa y se dejará claro cuál es la necesidad de habitabilidad. También, fomentar la diversificación de los usos del suelo, de tal manera que no se genere una sola concentración de espacios, esto para optimizar los recursos y espacios. En zonas que no son aprovechables para cierta destinación puedan encontrar una destinación y así, en la diversificación de los usos del suelo, se pueda ayudar a reducir los conflictos entre diferentes sectores de la sociedad. Asimismo, implementar políticas de vivienda que asuman las necesidades de cada sector demográfico y social. 

Además, debe ofrecer regulaciones estrictas que protejan los recursos naturales, con el fin de garantizar la sostenibilidad ambiental y de habitabilidad de los territorios. 

Finalmente, hacer una dinamización económica, no solo de zonificación, sino de invitación para que industrias y empresas decidan asentarse en cada territorio. Todo esto con una finalidad de atender a las realidades territoriales de cada espacio de nuestros municipios.

Opinión

Kevin Jiménez