En el sector de la educación, uno se topa con una cantidad de personas que ejercen la enseñanza sin pasión, dedicados a la docencia simplemente como un escape frente a la falta de oportunidades laborales. Es así, como muchos ejercen la docencia sin vocación y sin un sentido claro de la trascendencia de su labor para la sociedad.
El reto está, en que las personas puedan darse cuenta, que para enseñar no solo basta tener unos conocimientos, sino más importante aún, saber transmitirlos. Es por esto, que a las personas que realmente ejercen la docencia con vocación y convicción, les decimos Maestros.
Ser maestro es un título que no cualquier persona merece,porque ser maestro implica una vocación profunda, un llamado a la enseñanza, un llamado a dejar una huella imborrable en los niños, jóvenes y adultos con quienes este tiene la oportunidad de compartir.
El maestro no solo transmite conocimientos, sino que contagia el amor por el saber. En estos días que celebramos su día y recordamos su importancia en nuestras vidas, te invito a valorar y a reflexionar, sobre el lugar que tú le has dado en tu proceso de desarrollo humano y personal a estas personas a las que muchas veces hemos despreciado, sin darles el lugar que se merecen.
“El maestro deja una huella para la eternidad”.
Ser maestro implica la posibilidad de abrir las ventanas del mundo a las personas que confían en ellos y en sus conocimientos, pero ser maestro es más que enseñar matemáticas, español, inglés, sociales, historia. Ser maestro es marcar la vida de las personas.
Ahora bien, si ser maestro es influir en la vida de los otros, ¿de qué manera lo hacemos? ¿Qué tipo de postulados planteamos? ¿Qué posibilidades de discusión y participación promovemos en los estudiantes? Y ¿qué noción de participación tenemos como maestros, docentes, profesores?
EL maestro no se queda en la posición del sabelotodo, sino que dinamiza el espacio de la enseñanza, para que este sea un oportunidad de compartir saberes, y construir desde las experiencias e historia de vida que cada uno trae. Un verdadero educador, hace que el aprendiz se contacte con su sabiduría interior y aprenda a buscar las respuestas correctas a sus preguntas existenciales.
Asimismo, hay muchos maestros que no solo se encuentran en las escuelas o instituciones educativas; hay personas significativas como los padres, madres, hermanos, los amigos, entre otros, que nos han enseñado cosas que nunca se olvidan, y que nos hacen valorar y mirar la existencia de una manera comprensiva y casi que asombrosa, a esos también podemos llamarlos maestros.
Hoy hago un sentido homenaje a mis maestros de vida: Ami madre, a mi padre, a mi hermano, a mis familiares, profesoras de primaria, del colegio y de universidad. que sembraron en mí una semilla y una pasión por el saber, que me han llevado a adentrarme en ese mar inmenso del conocimiento humano, que me hace comprender que si el aprendizaje no me lleva a ser mejor, en vano fue lo aprendido.
Opinión Cristian Duque López