A lo largo de la historia de la humanidad, han existido diferentes formas de esclavitud, bajo la lógica de poderosos y sometidos, de quienes se creen con el poder de imponerse y someter a los demás, ya sea por la persuasión o por la fuerza.
Es así, como muchos han vivido bajo el yugo del miedo y de la dominación, entregando su voluntad y su determinación a los intereses de los ricos e influyentes de cada tiempo. Nuestro país no es la excepción, y nuestros ancestros vivieron muchos años sometidos a la imposición de los españoles, quienes a sangre y fuego nos dejaron una herencia de dolor y de violencia.
Desde entonces, la historia de nuestra patria ha sido una constante lucha entre grupos políticos, partidos, oposiciones y una constante división, que nos ha llevado a ver el otro como rival, en vez de verle como alguien que me aporta y me ayuda a crecer.
Así, en vez de comprender que debemos cooperar y ayudarnos unos a otros, vivimos en medio de la envidia, la desidia y el deseo de que a los demás no le vayan bien; peleando entre nosotros mismos, creando unos entornos sociales de desconfianza, maltrato e inseguridad, pues ya pocos son fieles a la palabra y a lo pactado.
Tenemos un enemigo común que es la desigualdad y la indiferencia, que han llevado a una problemática social que nos ha vuelto al inicio, al sometimiento y a la resignación de entregar nuestra libertad a nuevos verdugos.
De este modo, muchos entregan su libertad a un empleador, jefe, director o gerente, que termina siendo el dueño de su sonrisa, tiempo, paz, equilibrio y bienestar, causándole un daño irremediable que lleva a las personas a un sometimiento e infelicidad, donde se deja de ver el horizonte y se cae en el conformismo.
Ser independiente, es aprender a ser libre, y ser libre es vivir con consciencia. Pero, son tan pocos los que quieren despertar y vivir con determinación, siendo los únicos dueños de su destino; que la mayoría prefiere existir en un ir y venir, donde todo se vuelve paisaje y se convierten en esclavos de la rutina.
Otros, asumen otros tipos de esclavitud: a las drogas, a la moda, a la tecnología, a los juegos y a otras muchas cosas que no permiten asumir una vida de independencia, dominio y posesión del propio destino.
Hoy, te invito a que asumas la independencia no como un concepto abstracto y que viene de afuera, si no como una conquista que emerge de adentro y te lleva a tener una actitud de empoderamiento, con la convicción de que nada puede someterte y hacerte daño, si tu no se lo permites.
¡Feliz día a quienes realmente luchan día a día por su independencia!
Opinión: Cristian Salcedo
