Estamos jodidos. No estoy hablando de temas políticos, ni administrativos, estoy hablando de lo jodidos que vivimos como sociedad hace siglos, porque nos matan y matamos.
Nos matan porque si, por que no, por si acaso; por superioridad o inferioridad; nos matamos por orgullo o por vanidad; nos matamos desde que nos hablamos, desde que mentimos, desde que acusamos injustamente al otro; desde que con mentiras queremos acabar a una persona; nos matamos por plata o por sentimientos; nos matan por estar en el momento y lugar que no era, o por mala suerte. En fin, la muerte es inevitable y es el destino de todos, pero no deja de ser doloroso cuando en el camino cae “antes de tiempo” una persona amable, servicial. Si conocí a Juan era por pedirle una manzanilla, cumplía su misión diaria con tranquilidad y eficiencia. Me parecía un buen tipo. Poco sé de él, pero por estos medios he visto como mucha gente se ha solidarizado y seguramente era lo que yo pensaba, una buena persona, con sueños por cumplir. Él tenía esperanzas y anhelos, y se los arrebataron.
Hoy estamos en una sociedad aturdida donde no sabemos qué nos va a pasar cada día, el azar de levantarnos y no sabemos si volvemos a casa o no, si nos volvemos a saludar, o despedir.
Que tétrico es saber también que en cualquier momento nos podría pasar algo así como persona o familia. Muy triste. Pero que sirva para reflexionar hasta donde nos lleva el mundo con tantas cosas, porque muchos se sienten “bacanes” con armas, donde estar “enfierrado” es sinónimo de poder, y donde muchas veces, estamos consumiendo nuestro propio veneno representado en esos males que terminan creando estructuras dedicadas a la muerte y al desatino personal.
Hombre, uno tampoco sabe ya si sentarse tranquilo en cualquier lugar céntrico o donde haya público. Ya uno no sabe si está en un buen o mal sitio. Convencido de los buenos somos más, tratemos de ser un poco más agradecimos con lo que tenemos, y honrar el valor de la presencia de las personas. Sea amable, trate de mejorar cada día, porque un día nos van a silenciar para siempre y nos van a quedar haciendo falta momentos para agradecer.
Qué tétrica es la muerte, en todas sus presentaciones. Mucha fortaleza para las familias que sufren las inclemencias de la absurda guerra del poder, de la absurda violencia. Hasta siempre, Juan. Que el dolor no se vuelva algo normal.
Por Hamilton Gómez