
En la noche del domingo, Las Palmas —esa avenida que conecta sueños y despedidas— fue testigo de una tragedia que rompió el corazón de una familia que va más allá de la sangre.
Jorge Galeano y Martín Elías, dos trabajadores del restaurante Son y Melona del Mall Indiana, perdieron la vida en un accidente de tránsito mientras se movilizaban en motocicleta. El dolor, aún fresco, sacude no solo a sus familias biológicas, sino a toda una comunidad que los veía como mucho más que cocineros.
Porque Son y Melona no es solo un restaurante. Es un hogar tejido con historias, con complicidades y con recuerdos que saben a mar, a parrilla, a Caribe y a Medellín. Es un lugar que vibra gracias al alma de quienes lo han construido día a día, con amor, esfuerzo y alegría. Jorge y Martín eran parte fundamental de esa esencia. No estaban en la cocina, eran la cocina.

Jorge Galeano, chef, padre, hijo y amigo. Un hombre cuya sonrisa era tan constante como el fuego encendido de los fogones. Servicial, bondadoso, resiliente. Su calidez traspasaba la piel y contagiaba esperanza. Su familia era su motor, y su vocación, alimentar el alma de los otros.

Martín Elías, cocinero con alma de músico. Costeño de corazón y paisa por adopción, encontraba en Medellín su escenario favorito. Trabajaba por los suyos con el ímpetu de quien quiere cambiar el mundo desde la cocina. Su alegría no cabía en una sola jornada. Era el tipo de persona que llegaba y llenaba de luz cada rincón.
Ambos fueron atropellados. Ambos fueron abandonados. Los conductores involucrados huyeron, pero las cámaras del 123 de la Alcaldía de Medellín no olvidan. Gracias a la rápida acción de los agentes de tránsito, en menos de 24 horas se identificaron las placas, se inmovilizaron los vehículos y los responsables fueron vinculados a un proceso judicial. La impunidad, al menos esta vez, no será una opción.
El alcalde Federico Gutiérrez expresó su solidaridad: “Nuestra prioridad es proteger la vida. Desde el Centro de Atención a Víctimas brindaremos acompañamiento jurídico y psicológico a sus familias. Lamentamos profundamente su pérdida”.
Hoy, el silencio pesa en la cocina de Son y Melona. Pero también hay gratitud. Por haber compartido la vida con dos seres humanos tan auténticos, por sus enseñanzas, y por recordarnos —con su ejemplo— que hay que vivir con alegría, a pesar de todo.
«Le damos gracias a Dios por habernos permitido compartir el camino con personas tan maravillosas y por dejarnos, a través de ellos, la enseñanza más grande: vivir con alegría, a pesar de todo«, escribieron en la cuenta del restaurante en el que brillaron Jorge y Martín Elías.