22 February, 2025
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Opinión: Gobernar con discursos: la vieja receta reciclada

Opinión: Gobernar con discursos: la vieja receta reciclada
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En Colombia, el desafío de convertir las promesas políticas en acciones concretas sigue siendo una deuda pendiente. A lo largo de los años, distintos gobiernos han reiterado su compromiso con las poblaciones más vulnerables, pero los avances han sido insuficientes y, en muchos casos, las promesas no se han materializado en cambios reales. La política no se trata solo de buenas intenciones, sino de resultados, y la falta de articulación dentro del gobierno no es un buen augurio para la concreción de las reformas necesarias.

Desde el inicio de cada administración, se insiste en la importancia de transformar la estructura social del país, redistribuir la riqueza y garantizar derechos básicos a quienes históricamente han sido marginados. No obstante, el panorama actual deja más dudas que certezas. En lugar de evidenciar un gobierno cohesionado y comprometido con la ejecución de políticas públicas eficaces, lo que se percibe son dificultades para la implementación de sus propuestas.

El país no necesita más diagnósticos de sus problemas. Todos sabemos que la pobreza extrema sigue afectando a millones, que la desigualdad persiste y que el acceso a la educación, la salud y el empleo digno aún es un privilegio para unos pocos. Lo que los ciudadanos esperan es que se ejecuten planes concretos y efectivos para transformar esa realidad. Si bien algunos avances han tenido lugar, el ritmo es insuficiente, y la falta de articulación entre los diferentes sectores del gobierno impide una mayor eficacia en la gestión.

Uno de los principales retos que enfrentan las administraciones es convertir los discursos en políticas viables. La historia de Colombia está plagada de promesas incumplidas, y cualquier gobierno corre el riesgo de sumarse a esa lista si no logra traducir su narrativa en hechos tangibles. No basta con denunciar los problemas ni con señalar a los responsables de décadas de inequidad; es necesario presentar soluciones concretas y ejecutarlas con determinación.

Las poblaciones vulnerables, esas a las que tanto se hace referencia en los discursos oficiales, no pueden seguir esperando. Los campesinos necesitan tierras y garantías para trabajar en condiciones dignas. Las comunidades afrodescendientes e indígenas requieren reconocimiento y apoyo real, no solo menciones en documentos oficiales. Las mujeres en situación de violencia y las familias desplazadas demandan soluciones inmediatas y efectivas. No hay tiempo para debates interminables ni para luchas de poder dentro del gobierno; la urgencia de la situación exige acción inmediata.

Las diferencias dentro del gabinete y la falta de cohesión no pueden seguir paralizando la gestión. En lugar de convertirse en un obstáculo, estas discrepancias deberían servir como punto de partida para una reestructuración que garantice mayor eficacia en la implementación de políticas. La articulación interna es fundamental para llevar a cabo las transformaciones necesarias. Un gobierno dividido, que transmite incertidumbre y falta de coordinación, no puede generar confianza ni movilizar el respaldo ciudadano para sus reformas.

La crisis de confianza en las instituciones políticas es uno de los mayores desafíos que enfrenta Colombia. Para que cualquier gobierno deje un legado significativo, debe enfocarse en construir resultados, no solo en narrar intenciones. Para ello, se requiere un liderazgo firme, una administración eficiente y, sobre todo, una voluntad real de actuar con sentido de urgencia. Los sectores más vulnerables no pueden ser solo una bandera discursiva; deben ser la prioridad en la agenda de gobierno.

Este es el momento de demostrar que la política puede ser un instrumento de transformación real y no solo un escenario para discursos vacíos. Las promesas deben convertirse en hechos, las diferencias internas deben resolverse con pragmatismo y la acción debe reemplazar la retórica. Colombia necesita una administración que ejecute y materialice el cambio que tanto se ha prometido.

¿Qué más se necesita para que el país pase de los debates interminables a soluciones concretas para quienes más lo necesitan?

Andrés Chica es comunicador social y periodista, especialista en gestión ambiental y magíster en comunicación política. Con una marcada vocación por la incidencia y el cambio social, ha trabajado en la promoción de derechos humanos, la equidad y la participación ciudadana. Su enfoque se centra en la construcción de narrativas que fortalezcan el debate público y la formulación de políticas que generen impacto en poblaciones vulnerables. Desde la educación y la comunicación estratégica, impulsa iniciativas que buscan transformar realidades y fortalecer la democracia.