15 January, 2025
El Retiro

Conozca la historia de Marchán; el enterrador guarceño

Conozca la historia de Marchán; el enterrador guarceño
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Pasaron treinta y dos años y muchos entierros antes de que Marchán dejara su cargo y encontrara reemplazo en el Cementerio Municipal. Lo han visto, motivado por unos tragos dobles, llorando de cuenta de la canción “El Enterrador” en voces de Luciano y Concholón, a quienes aún guía a sus tumbas.

Permanece tranquilo, sonríe con normalidad; conversa aun cuando no tiene mucha fluidez de cuenta de la tartamudez; viste camisa a cuadros, pantalón y zapatos negros; lleva como adorno el llavero en donde alguna vez colgaron las llaves que abren el candado que une con cadenas las puertas del reposadero de los del más allá.

76 años tiene, las canas no lo consumen del todo, visita frecuentemente el cementerio y su nombre de pila es José Rodrigo López Vélez. Su sobrenombre, en sus palabras, “ co… co… co… cosas de niños”. Marchán, apodo que no deja de ser de bella lúgubre procedencia: como quien marcha con el ataúd a cuestas; como quien marcha en la procesión del cadáver; como quien marcha mientras llora el difunto; como quien marcha el entierro de un ser querido por la Calle 19; como quienes marchan con la certeza de que el lugar que anuncia la aflicción del pecho y el corazón apretujado, es el quiebrapatas que hace antesala de los que descansan.

Una bóveda tiene 2,10 metros de profundidad, 52 centímetros de ancho y 65 de largo, un osario también puede ser una opción; lo cierto del caso es que nadie, ni siquiera el propio Marchán, está libre de llegar a aquí. Para él la muerte es descanso y el cementerio es sinónimo de tranquilidad, por eso siempre les deseamos que tengan paz en su tumba y esperamos no se molesten por la presencia del enterrador, oficio reservado para unos pocos valientes.

Jorge Zea Jiménez