29 March, 2024
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Opinión: «20 años después, nos persiguen los recuerdos y la sensación de injusticia.»

Opinión: «20 años después, nos persiguen los recuerdos y la sensación de injusticia.»
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Opinión: 20 años después de la masacre de Salto Arriba – Marinilla.
31 de mayo de 2.001. Apenas amanecía en un día jueves de sol y los habitantes del sector de Salto Arriba de Marinilla, con el ánimo de iniciar la procesión por las vías de la vereda con la imagen de la santísima Virgen y de paso despedir el mes de Mayo como es habitual aún, con el santo rosario, fueron sorprendidos con la llegada a las instalaciones de la Escuela por un número plural de paramilitares fuertemente armados quienes los mantuvieron retenidos y así a quien llegara y pasara hasta horas del mediodía. Reinaba la angustia, las lágrimas, los gritos y el desespero de más de 200 campesinos, así lo relatan varias personas que presenciaron los hechos.
Era el Bloque Metro de las AUC al mando de alias “Simón” quienes en ese mismo momento después del Secuestro colectivo, asesinaron a varios de los líderes sociales de la vereda en presencia de sus familiares y vecinos, mediando palabras soeces con las Víctimas directas y así justificando con crueldad un hecho que 20 años después aún aturde y genera cólera e indignación entre nosotros.
Así, enviaban el mensaje Colectivo y psicológico de terror mientras la multitud miraba atónita, como de manera forzosa en uno de los carros se llevaban a dos de sus vecinos que hoy, 20 años después no aparecen, con apenas indicios que se desprenden del “metarrelato” del comandante de la época preso, de que están muertos y enterrados en una fosa común en una vereda de El Santuario, municipio vecino. Así mismo, en el transcurso del tiempo se siguieron presenciando en el sector, homicidios selectivos a nuestros campesinos dedicados a la labranza de la tierra y a los cultivos agrícolas de pan coger.
Al medio día, ¡apenas al medio día! algunos helicópteros hacían labores de persuasión con el temor, me imagino, de entrar en contacto con los milicianos que amordazaban nuestros pobladores a los que no les faltó El Rosario, para contar los repetitivos Avemarías y plegarias al cielo.
Más de 100 familias se desplazaban a propósito de este y otros hechos victimizantes, así como hoy muchas de ellas siguen esperando de parte del Estado por su flagrante omisión y su incapacidad de proteger la vida, honra y bienes, una reparación basada en la «Verdad y la Justicia», no sustentada en una simple indemnización simbólica.
Antes y después, nuestras veredas, nuestros pueblos del Oriente Antioqueño han sido testigo en primer orden de múltiples y selectivos delitos sobre nuestros líderes comunitarios y habitantes de bien.
Hoy 20 años después, nos persiguen los recuerdos y la sensación de injusticia.
Por: Édgar Villegas

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